viernes, 31 de diciembre de 2010

Una rutina que me lastima (si no estás vos)

Y es lo mismo de nuevo
Apagar equipo, bajo la persiana,
me lavo los dientes, apago la luz,
y me acuesto a dormir

Pero ya no estás
No está tu desnudez esperando en mi cama
a que me desvista y vaya al encuentro
No te levantarás al otro día, ni acariciarás
mi espalda, ni me cosquillearás con amor
No escucharé un "Buen día" y mucho menos
un "Hasta mañana"
No te retendrán ya mis sábanas
que supieron abrazar tu cuerpo y el mío y los nuestros
No me encontraré en medio
de esas manos que me arropaban y me hacían temblar
No nos volveremos a ver la noche siguiente, no
No estarás en en ese río de turbadas aguas,
en ese empedrado afuera
donde hay autos y bares y música y cerveza,
entre esas gentes de voces infinitas,
en ese lugar que de pronto fundamos nuestro
No aparecerás en mi agenda que planea un nuevo plan,
que sueña verte y hacer, que te extrañaba cuando no estabas
No estarás en ese puente
que construimos nosotros,
que caminamos nosotros,
que rompimos nosotros
No estarás entre mis brazos que solían tenerte cerca
No estarás en mi boca que te hablaba,
te besaba, te admiraba, te deseaba

¡Si hasta en mis versos faltarás!
En mis rimas, en mis palabras,
cuando deje de escribir
sobre vos, de vos, con vos, por vos
Y así como en el papel
faltarás también en mi cabeza
Ya no pensaré en vos,
ya no te recordaré,
ya te habré arrancado,
ya te habré olvidado,
y un gusto amargo
tendrán ciertas cosas,
porque el esfuerzo
no será suficiente
para volver a encontrarte
en mis pensamientos:
ya te habré olvidado.

Y sé que no te amo ahora,
sé no puedo amarte ahora
En esta fría habitación no se ama,
en estas ganas desganadas no se ama
No puedo amar a ese vos-sin-mí,
tan sólo puedo a este yo-conmigo
Tendré que acostumbrarme
a apreciarte mucho,
a quererte mucho,
y a nada más
Sé que no puedo amarte ahora,
sé que eso es lo que me duele

sábado, 25 de diciembre de 2010

Y se deshace el revolucionario...

Se deshace lo revolucionado
y hasta la misma revolución
Se deshacen el murguero,
su platillo, su tradición
Se deshacen los amigos,
el fernet y la pasión
También el antropólogo,
toda la cultura y fascinación
Y el rockero y el rollinga
y ese hippie seductor
y la lectura y el discurso
y las ansias de superación
y la plaza y el mate
y mi sereno conductor

Se deshacen la artista,
la música, la tanguera
Se deshace la amistad,
la locura sin fronteras
Se deshace la búsqueda,
preguntar sin tener respuestas
Se deshace la iniciativa
de encontrar cosas nuevas
o también la de volver
sobre algunas cosas viejas
Y la consciencia de estar
de este lado de la vereda
y el día feliz
y la noche fiestera

O tal vez no.

Tal vez no todo
haya sido
por este amor
consumido
Algo tiene que haber
detrás de ese aire tan frío
Algo que dude y resurja
y que forje otro nido
Quizás algún día
vuelva conmigo

O tal vez no.

Tal vez vuelva a enamorarme
de todo lo deshecho
pero no puedo saberlo
con mi cabeza en su pecho
Ya estuve mucho tiempo
sin saltar este trecho
llorando cada vez
que soltaba mi pelo
Quizás algún día
encuentre algo nuevo

viernes, 10 de diciembre de 2010

Piecesitos

Hace un tiempo, olvidé que lo que tenía para entregarle al otro era mi mano, y jamás mis pies. Porque mis pies, son lo único de lo que tengo el control absoluto, porque es con ellos con quienes tomo mis decisiones, porque son los únicos que nunca van a dejar de estar pegados a la tierra realidad, porque sin pies no hay rumbo por el que andar, ni camino que recorrer, ni pasos que dar, ni tiempos que marcar, ni puentes que cruzar, ni senderos para disfrutar, ni rutas para correr, porque sin pies no se puede armar y desarmar caminos, lanzarse tras objetivos, investigar terrenos, porque de los propios pies nunca hay que salir, porque sin ellos no hay elección libre y autónoma. Mis pies son mi base, mi propiedad, mi identidad, quienes me recuerdan un trayecto y me proponen nuevas metas, y si los pierdo, pierdo gran parte de mí.

Pero hace un tiempo lo olvidé. Los confundí, dejé que nos pisáramos, que nos descalzáramos, que nos fundiéramos en un solo par de pies. Lo olvidé. Y creí que estaba bien "que confundiéramos nuestros zapatos por la costumbre de caminar juntos". Realmente lo creí y hoy me doy cuenta de que habría sido mejor compartir un guante o una manopla. Si hace un tiempo lo olvidé, lo negué o me convino olvidarlo, hoy, desde la distancia desde la que se ve todo, recuerdo que uno no toma al otro de los pies, sino de las manos. Porque no está mal amasar una realidad de a dos, no está mal construir una historia manualmente, no está mal compartir nuestros caminos: está mal creer que de uno solo se trata, que nuestro camino es uno y es el mismo, perder la noción de qué es propio, qué es ajeno y qué es compartido, entregar hasta nuestras voluntades individuales. Mi camino es mío y sólo lo trazo yo. ¡Y cuánto más lindo es caminar tomándote de la mano!, pero seguir avanzando sobre mi propio rumbo y nunca perder de vista que soy mi propiedad, mi responsabilidad, que mi compromiso conmigo misma es el primero porque sé que valgo, lo sé y no tengo escrúpulos en decirlo. Cuánto más lindo de la mano... ahora comprendo. Y es que cuanto más libres de nuestras manos sean nuestros pies, más largos y fuertes se harán los brazos del enlace. Disfrutaríamos de ver a nuestros propios pies crecer, hacia arriba, hacia adelante, por los costados, si al fin y al cabo se trataría de una decisión personal. Nuestros cuerpos se verían divididos en tres partes distintas: vos, yo, nosotros, viviendo de a dos pero sin dejar de ser uno. La independencia no se vería opacada por el vínculo, por el contrario lo nutriría con esa confluencia entre dos pares de pies que con determinación, buscan seguir siendo dos. Y entonces, mientras anduviéramos cerquita (porque así nuestros pies lo decidieran), seguramente y sin vacilar, nuestras manos se atraerían para tomarse y formar el puente del compartir, de la comunicación, del interés y la atención, del respeto, de la confianza, de los aprendizajes, y de todo lo que se nos diera la gana darnos. Y el amor no es más que eso.

El hecho es que ahora, que acabamos por soltarnos las manos, ahora vuelvo a ver a mis pies, y no me queda más que prometerles que nunca más los voy a perder, no me queda más que reencontrarme conmigo misma y marcarme un lindo camino para conmigo recorrer.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Conociéndote

Tan sólo un extraño fuiste,
tan sólo una extraña fui.

Pero al fin nos desnudamos
y acá estamos,
más que nunca extraños.

¿Quién somos?