jueves, 6 de octubre de 2011

Términos y Condiciones para Amar a la Mujer Rota

1) Si me va a amar, ámeme a toda mí. No soy pedazos de tiempo, soy un combo completo. No es posible seleccionar algunas partes y desechar otras, y tampoco existe la opción de "Agrandá tu combo" por dos pesos. Soy lo que soy, lo que me sale ser, y si todo eso no lo enamora, simplemente no fuerce el enamoramiento y aléjese.
2) Nunca pero nunca, me diga que soy la mejor en algo (es el error que viene cometiendo mucha gente en mi vida, y por lo que cargo con la cruz de las sobreexigencias y las frustraciones). En todo caso dígame que, para usted, soy la persona más especial, pero que allá afuera soy una más.
3) Nunca corte el hilo de mis ambiciones. La vida para mí es encontrar objetivos y correr tras ellos. Si me pone palos en la rueda, o bien me deja sin objetivos -y sin vida-, o bien las cosas empiezan a andar mal entre nosotros. Acompáñeme en mis elecciones, aliénteme y míreme desde el puente.
4) Ábrame de par en par las puertas de la confianza. Y manténgalas abiertas desde el comienzo hasta el final. No es fácil para mí hablarle a los demás sobre mí: demuéstreme que le importa que le hable de mí, pregúnteme, indague, siéntame, descubra. Y entonces sí voy a hablar, entonces sí voy a deslizar las palabras por mis labios ¡y ya no habrá nadie que me pare! Ese día será el día en que sienta que empezamos a confiar en nosotros.
5) Cuando hablo de las cosas que no sé hacer, entienda que es algo que me cuesta. En consecuencia, no se burle de mí; sólo hágame entender que "está todo bien", que algún día voy a tener que aprender a reirme de mí.
6) No me censure nunca, déjeme ser. Cuando me ponga a cantar a los gritos una canción de Cristian Castro, cuando tenga ganas de dormirme mirando Tom y Jerry, cuando baile sola y como una loca en medio de la cocina algún tango que me gusta mucho, cuando me ponga a correr en la vereda, cuando le sintetice el análisis que me surgió determinado texto... Respete mis impulsos y no los reprima: recuerde que a ellos también los tiene que amar.
7) Sé que puedo parecer fuerte y dura, pero le aseguro -y lo digo por experiencia propia- que si escarba un poquitito se encontrará con una Yo tierna y débil. Aproveche la ternura, porque cuando me entrego, me entrego en serio; pero nunca se aproveche de mi debilidad, no me haga creer que ésa soy yo para su conveniencia: yo soy la fuerte y dura, sólo que a veces el tiempo me pone blandita.
8) No quiera conocerme de una vez y para siempre; no se dé a conocer de una vez y para siempre. Conozcámonos por etapas, como si fuéramos dos cebollas, vayámonos sacando capa por capa sin apuros, disfrutando de cada una. Y guardemos siempre el centro (que llamaremos "intimidad" o "privacidad") para cuando estemos seguros de que eso también lo queremos entregar.
9) No intente esconderse detrás del orgullo, conmigo el orgullo ajeno no funciona: el propio siempre le gana. La palabra que más me gusta escuchar de otro es "Perdón", no sólo porque me lo dicen sino porque así también me enseñan a decirla.
10) No deje que lo quiera cambiar. Si algún día empieza a percibir eso, use estas palabras: "No intentes cambiarme", y entonces voy a saber que tendré que buscar otra forma de entrarle.
11) Póngame en mi lugar si le llego a faltar en algún momento al respeto, de la forma en que sea. A veces me voy de mambo y lo sé, pero si me lo hace notar, ¡juro que puedo cambiarlo!
12) No dejemos que nuestro amor se convierta en una abstracción, que nuestro amor sólo sea “estar juntos”. Amémonos en la tierra Realidad (y no en la tierra Romanticismo), amémonos en cosas concretas (y no en palabrerío absurdo), amémonos mirándonos a los ojos pero también compartiendo con esas otras gentes que están ahí afuera a las que queremos mucho y que nos quieren también.
13) Nunca deje de decirme algo que le molesta o lo aqueja; no permita que llegue el día en que yo deje de decirle algo que me molesta o me aqueja. No perdamos nunca la sinceridad ni la comunicación fluida, porque es ley: tema que no se habla, tema que se convierte en tabú.
14) Si algún día le llega a pasar algo así como que no sabe muy bien qué es lo que quiere para usted, para su vida, para nosotros... no deje que mi obsesión por planear todo nos opaque. Sólo demuéstreme lo lindo que puede llegar a ser levantarse un día con el planteo de preguntarse quién es uno y con el desafío de tener que salir a buscar la respuesta; lo lindo que puede llegar a ser poder vivir sin saberlo todo, sin controlarlo todo, dejando que a veces la vida te sorprenda y te invite a vivir lo desconocido.

Aclaraciones finales:
- Se admite que el pretendiente sea un Hombre Roto (puesto que estos son los únicos que han tenido la enorme valentía de amar).
- Se acepta -e incluso se prefiere- que el pretendiente traiga consigo sus propios Términos y Condiciones. Se puede prever una cita inicial, en la que se pondrán ambos listados en la máquina de La Compatibilidad Amorosa, la cual determinará mediante una serie de cálculos, si nuestra relación podría o no tener futuro. En cuyo caso, todo habrá quedado como una sola cita de iniciación, y usted aparecerá en mi recuerdo, tan sólo como un no-correspondido más.

Habiendo el pretendiente sido previamente advertido por estos Términos y Condiciones, se da por supuesto que entiende que está ante una Mujer Rota. Ya lo dice aquel tango: "Además hay un motivo para quererte y cuidarte: / Se adivina con mirarte que no te han querido bien". Aún así estoy convencida de que no todos los hombres tienen los huevos suficientes como para amar a una Mujer Rota (e incluso a cualquier mujer). Sé, por lo tanto, que con esta advertencia correré el riesgo de espantar a unos cuantos. Pero me consuela saber que el espantarlos ahora, me ahorrará unos cuantos sufrimientos venideros. Sólo quedará un pretendiente, aquel que realmente esté dispuesto a amarme -conociendo todas las particularidades del caso-; tal pretendiente, será el único que valga la pena.

martes, 4 de octubre de 2011

Fiesta de Despedida I

Es una noche de fiesta. Una multitud nos espera para danzar nuestra despedida. Es una multitud silenciosa, que se oculta invisible en nuestras copas o en mi vestido. Entre esas gentes están todos y todas los que alguna vez nos acompañaron en nuestro trayecto. Están los amigos que nos vieron alejarnos en esa bifurcación de rutas. Están las amigas que supieron ser jueces o modelos o misterio. Están los amigos con los que compartimos un fernet y con los que no pudimos mostrarnos enamorados. Están las amigas que acompañaron el amor, el florecer y los cambios, y también aquellas que nunca pudieron asimilarlo. Está la familia entera como si fuera un domingo en lo de la abuela. Están las mamás y los papás y las hermanas y los tíos y abuelos y hasta los nietos que no conoceremos. Están todas ellas, "las otras", y todos ellos, "los otros", hayan existido o no en la realidad; estaban ahí porque existieron en nuestras mentes. Y estaban todos los señores y todas las señoras que alguna vez se apoderaron de nosotros: la señora Inseguridad, el señor Deseo, la señora Pasión, el señor Llanto, la señora Eternidad, el señor Amor, la señora Tristeza, el señor Miedo, la señora Angustia, el señor Camino, todos los señores y señoras que alguna vez se tomaron una copa con nosotros. Los reunimos a todos para despedirnos y despedirlos. Tomamos unos tragos mientras charlamos y nos amigamos con los fantasmas que, aunque no lo decimos, sabemos que están. Tratamos de asumirlos, de descubrirlos y adivinarlos, dialogamos con ellos porque de alguna forma, esos fantasmas son nosotros. Hay mil fantasmas y los vemos y nos reímos, mil ayeres que se encuentran en un hoy, en una noche especial: una noche de fiesta.

Pero los reunimos en una multitud silenciosa. No son más que fantasmas que nos rodean y que nosotros no vemos del todo. Nosotros creemos estar solos en ese living descontracturado que alquilamos para festejar. No es tu casa ni la mía, es un lugar totalmente desconocido, elegido para la ocasión. La luz, el ambiente, la temperatura, ¡es todo de películas! Porque hoy, hoy es una noche de fiesta. Te invité una comida especial, hay pechugas de pollo al horno con papas, ¿te gusta? Yo sé que sí. Yo estoy vestida muy elegantemente para la ocasión. Llevo un vestido de fiesta, peinado y maquillaje elaborados, taco aguja y una sonrisa fresca. Vos estás de jean y zapatillas, no te bañaste y tu mirada está perdida, como si nada de todo esto estuviera pasando. Cenamos juntos, nosotros y nuestros fantasmas, esta fiesta y nuestro ayer. Todo es carcajada, todo es sonrisa y felicidad: ¡estamos de fiesta!

Pongo música porque la música es linda para festejar. Te saco a bailar pero me rechazás. Te da vergûenza bailar, desontracturarte, desnudarte bailando. Y ahí estoy yo para mirarte a los ojos y decirte: "Estamos solos hoy. No hay nadie que pueda juzgarte", y me sonreís, y agrego: "Yo tampoco te voy a juzgar. Bailemos por última vez", y entonces te gano, y entonces rompemos la pista. Nos lanzamos y nos lucimos y nos entendemos y hacemos muecas graciosas y bailamos como más nos gusta y seguimos riendo. No hay nadie más que nosotros en esa pista que convertimos en escenario para hacer un número especial: el número de la última vez.