viernes, 1 de julio de 2011

1 de julio

Me dormí al finalizar el otoño y cuando me desperté, la Primavera me estaba esperando con el desayuno en la cama. ¿En el medio? Un invierno que me pareció un sueño. Un sueño por lo intenso, por la sucesión de cuadros de lo más diversos y novedosos que revolucionaban toda mi vida. Un sueño por lo irreal, por lo ilusorio, por lo maravilloso, por lo improvisado, por lo sorprendente, por lo increíble e impensable. Por preguntarme hasta dónde llegaría esa realidad que me parecía cuento de hadas, cuánto duraría esa felicidad que parecía de cartón, cuándo dejaría de sentir esas mariposas que avergonzaban a mi orgullo y desnudaban a una Yo estúpida, romántica e idiota. Qué mina desconfiada, ¿no? Pero no me vas a decir que no era para dudar de aquella brisa que nos trajo el viento casi sin razón que nos hacía poner así. Tenía que ser un sueño. Y alguien tenía que pellizcarme.
Fue la señora Primavera, que primero me convidó con un mate amargo; lo tomé con la yerba de la Realidad, chupé la bombilla de la Consciencia, y cebé otro con el termo del Seguir Disfrutando. Me convidó tostadas que sabían a Retrospectiva, a Aprendizajes, a Cambios. Sonó la alarma del "Esto va en serio" que decidí posponer diez minutos. Complementé mi desayuno con la mermelada de la Esperanza, de las Nuevas Metas y de los Proyectos. Y sonó la segunda alarma, la del "Elijo seguir". Y entonces seguí cebando con el termo del Disfrute el mismo mate de la Realidad.
Me levanté de la cama y entendí que nada había sido soñado, que la vida me sonreía y me invitaba a vivirla. Y yo decidí seguir viviéndola con vos, desde aquel invierno que significó un inmenso cambio, desde aquel invierno en el que mis palabras nunca dejaron de acompañarme y mis manos de sostenerme.

Un invierno que hizo posible que un día como hoy, a esta hora, estuviéramos tomando una cerveza en un parque. Cuánto calor que debía haber entre nosotros, para haber tomado la tan osada decisión de salir a simplemente cagarnos de frío.

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