martes, 4 de octubre de 2011

Fiesta de Despedida I

Es una noche de fiesta. Una multitud nos espera para danzar nuestra despedida. Es una multitud silenciosa, que se oculta invisible en nuestras copas o en mi vestido. Entre esas gentes están todos y todas los que alguna vez nos acompañaron en nuestro trayecto. Están los amigos que nos vieron alejarnos en esa bifurcación de rutas. Están las amigas que supieron ser jueces o modelos o misterio. Están los amigos con los que compartimos un fernet y con los que no pudimos mostrarnos enamorados. Están las amigas que acompañaron el amor, el florecer y los cambios, y también aquellas que nunca pudieron asimilarlo. Está la familia entera como si fuera un domingo en lo de la abuela. Están las mamás y los papás y las hermanas y los tíos y abuelos y hasta los nietos que no conoceremos. Están todas ellas, "las otras", y todos ellos, "los otros", hayan existido o no en la realidad; estaban ahí porque existieron en nuestras mentes. Y estaban todos los señores y todas las señoras que alguna vez se apoderaron de nosotros: la señora Inseguridad, el señor Deseo, la señora Pasión, el señor Llanto, la señora Eternidad, el señor Amor, la señora Tristeza, el señor Miedo, la señora Angustia, el señor Camino, todos los señores y señoras que alguna vez se tomaron una copa con nosotros. Los reunimos a todos para despedirnos y despedirlos. Tomamos unos tragos mientras charlamos y nos amigamos con los fantasmas que, aunque no lo decimos, sabemos que están. Tratamos de asumirlos, de descubrirlos y adivinarlos, dialogamos con ellos porque de alguna forma, esos fantasmas son nosotros. Hay mil fantasmas y los vemos y nos reímos, mil ayeres que se encuentran en un hoy, en una noche especial: una noche de fiesta.

Pero los reunimos en una multitud silenciosa. No son más que fantasmas que nos rodean y que nosotros no vemos del todo. Nosotros creemos estar solos en ese living descontracturado que alquilamos para festejar. No es tu casa ni la mía, es un lugar totalmente desconocido, elegido para la ocasión. La luz, el ambiente, la temperatura, ¡es todo de películas! Porque hoy, hoy es una noche de fiesta. Te invité una comida especial, hay pechugas de pollo al horno con papas, ¿te gusta? Yo sé que sí. Yo estoy vestida muy elegantemente para la ocasión. Llevo un vestido de fiesta, peinado y maquillaje elaborados, taco aguja y una sonrisa fresca. Vos estás de jean y zapatillas, no te bañaste y tu mirada está perdida, como si nada de todo esto estuviera pasando. Cenamos juntos, nosotros y nuestros fantasmas, esta fiesta y nuestro ayer. Todo es carcajada, todo es sonrisa y felicidad: ¡estamos de fiesta!

Pongo música porque la música es linda para festejar. Te saco a bailar pero me rechazás. Te da vergûenza bailar, desontracturarte, desnudarte bailando. Y ahí estoy yo para mirarte a los ojos y decirte: "Estamos solos hoy. No hay nadie que pueda juzgarte", y me sonreís, y agrego: "Yo tampoco te voy a juzgar. Bailemos por última vez", y entonces te gano, y entonces rompemos la pista. Nos lanzamos y nos lucimos y nos entendemos y hacemos muecas graciosas y bailamos como más nos gusta y seguimos riendo. No hay nadie más que nosotros en esa pista que convertimos en escenario para hacer un número especial: el número de la última vez.

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