jueves, 15 de julio de 2010

Pepa.

A las 9.02 de la mañana, Agustina Dimola -mejor conocida como Pepa- abrió los ojos en la cama de su angosta habitación. El día 15 de Septiembre era un Sábado soleado y no pudo creer que ya se hubiera cansado de dormir, dado que la noche anterior se había quedado hasta las 2.30 dibujando y adorando a George Harrison. Cuando a las 9.07 agotó su paciencia intentando conciliar nuevamente el sueño, se levantó cual resorte de sus apocentos. Se dirigió a la cocina sin saludar a la abuela que estaba desayunando en la mesa a sólo tres pasos de distancia y se preparó una leche chocolatada con mucho Nesquick. Quiso tomarlo sentada en el sillón del living. Una vez que alcanzó una cierta armonía mental que le permitiría descansar un poco más aunque fuera con los ojos abiertos, las manos de su madre, cargadas de bolsas del Día de Villa Domínico abrieron eufóricamente la puerta de entrada. Entre quejas acerca del calor primaveral y porque otra vez la abuela se había olvidado de tomar la pastilla rosa, Graciela saludó dulcemente a su hija, mediante un ácido "Agustina, sacame al gato de la mesa". Ésta levantó su cuerpo desganado del sillón y echó a Malvaviscos de encima de los DVDs de la mesa ratona del living. Al verlos, Pepa sintió ganas de escuchar música. Observó de arriba abajo las largas filas de discos expuestas alrededor del televisor y encontró lo que la haría feliz a esas horas de la mañana. Se dispuso nuevamente a vaciar su taza al son de la dulce voz de Luis Alberto en Desatormentándonos.
Cuando se hicieron las 10.00, Pepa decidió terminar el trabajo de Plástica para entregar el lunes hasta que recordó que Ire era quien se había quedado con las témperas y pinceles que compartían. Tuvo el impuslo de llamarla pero cayó en la cuenta de que era la mañana de un sábado y se resignó a abortar la misión. Se lanzó pues a hacer los gráficos de Física y se hartó a las 11.15.
A los diez minutos le sonó el celular: mensaje de Dani. "Pepi, ¿el lunes hay prueba de Geografía?". Los lunes no tenemos Geografía, imbécil, sólo los martes y miércoles, como el martes en que faltó el tipo y salimos antes, y ese día me habías mirado mucho, me gustaste. Y entonces la puerta del colegio, la Pepsi retornable, tus amigos, mis amigas, nuestros amigos y amigas, tu pelo despeinado, tu mano en mi cintura, la mirada cómplice que le echaste al Gordo, "qué lindo te queda ese vestido", mi sonrisa, a lo lejos el grito de Juli y la risa de Pau, mi boca buscando un beso, "gracias", y casi volcás la Pepsi, el topo te hubiera pegado, y me reí, y seguro estabas por decir algo de mi risa y en cambio "pero seguro a Bruno le gusta más", y perdiste otra vez. Mi enojo, tu eterna cara de nada, mi mediavuelta, mi bronca, tu indiferencia, las chicas puteándote, yo fingiendo odiarte, y entre tantos sentimientos, mi mayor deseo: el que te vayas, y mi mayor temor: el que me dejes. Un lagrimón brotó de sus ojos y escuchó que la comida estaba lista.
A las 13.37 se fue de la mesa sin levantar un plato porque ese día le tocaba a su hermana Julieta. Se encerró en su pieza, tomó su celular y vio que tenía un mensaje nuevo. "Che, ¿las cosas de Plástica las tengo yo?", a lo que Pepa respondió: "Sí, Ire". Y a los tres minutos no quiso pero sí quiso hacerlo: Mensaje nuevo - Dani - Escribir mensaje - "Jajaja no, los lunes no tenemos geografía, petón! El lunes hay prueba de Química" - ¿Enviar mensaje? - Sí, y entonces se arrepintió de haber sido tan amable. Tendida en la cama, se puso el celular en el pecho y mantuvo la mirada al frente durante unos minutos. Tendría que haberle dicho que sí, que a Bruno le gustaba más y que él me lo demostraba, que él me invitaba al cine y no me cambiaba por otra, ni siquiera por Cargogrí, que él es bueno y nunca me haría mal, él me escucha y el Negro dice que le gusto... ¿por qué entonces sigo pensando en Dani y no puedo ser feliz con Bruno? Se puso la almohada en la cara y apretó fuerte. Mantuvo la mente en blanco hasta que para despejarse decidió irse a duchar.
Tardó exactamente once minutos en bañarse porque ella no cree esas pavadas de que la duración determina el placer ni la calidad, no. Disfrutó profundamente de una ducha en la que se limpió a fondo, en un poco más de un sexto de hora. Se envolvió en una toalla verde que descolgó de la percha. Con su mano izquierda desempañó un círculo del espejo que le permitiría ver su cara. Se acercó un poco más para verse mejor. Abrió el cajón y sacó una pincita de depilar. Se retocó las cejas y la volvió a guardar. Siguió jugando con el espejo, desempañó el contorno de sus hombros con el dedo índice. Al alejarse un poco se sorprendió de su pequeña contextura. Se divertía haciéndose encajar y luego desencajándose en el perímetro delimitado. Una vez que el vapor comenzó a hacerse agua y a deslizarse cuestas abajo por el espejo, sacó del banitoris una toalla pequeña con la que se envolvió el pelo.
A las 14.19 salió del baño con la toalla arrullándola y se dirigió a su habitación. La cama estaba deshecha, un gran desfile de almohadas y almohadones casi no le dejaban ver las sábanas. En el piso había ropa tirada y juegos de Play en el sector cercano al televisor. Abrió el cajón del ropero y eligió el conjunto de corpiño y bombacha de las vaquitas. Sacó del de la hermana un vestido violeta floreado y se lo puso. En poco menos de quince minutos ya estaba vestida y su pelo enredado estaba endureciéndose gracias a la sequedad del ambiente.
Habiendo pasado ya las 14.30 de la tarde, Pepa consideró que Pau se estaría levantando y sería hora ya de mandarle un mensaje. "¿A las nueve en tu casa, loquita?". La respuesta llegó como a los veinte minutos luego de la cual Pepa suspiró pero se rehusó a protestar. Justo en ese momento, y como en una manifestación divina, sonó el celular con el rington preestablecido para Dani. "Gracias, Pepita. Siempre vas a estar ahí para sacarme un problema de encima y cargarme con otro". Sin siquiera poner Atrás, Pepa revoleó el celular que terminaría abajo del escritorio.
Faltaba para que tuviera que partir hacia lo de Juli y pensó en qué podía hacer para matar el tiempo. Escuchó a Graciela decir que se iba a comprar comida para el perro o para el gato, quién sabe. Sintió entonces esas incontenibles ganas de leer Rayuela, sólo para sentir un poco de lo que sienten todos. Sigilosamente se acercó a la biblioteca, a la sección de literatura. Las agujas del reloj habían puesto amarilla a la literatura de los '60. Todos los fuegos el fuego, Bestiario, El libro de Manuel... Bingo: Rayuela. Lo tomó del lomo y desmenuzó con los ojos el dibujo de la tapa. Algunas hojas estaban sueltas pero lo mismo no le importó. Se sentó en la mesa del comedor y abrió el escrito. Salteó el prólogo como de costumbre y comenzó a las 14.55. "¿Encontraría ahora a la Maga? Tantas veces..." y fue interrumpida por el teléfono. Atendió y del otro lado escuchó la voz de Ire que tenía ganas de sentir a su amiga cerca. Pepa le contó de los mensajes, hablaron mal de Dani, comentaron los temas que entraban en la prueba de Química, Ire mencionó algo acerca de su preocupación y se produjo un silencio, Pepa introdujo otro tema describiendo el dibujo de George que había hecho la noche anterior mientra lo observaba orgullosa. Intercambiaron algunas anécdtas más y cuando se hicieron las 15.45 Pepa recordó que ya era hora de irse a lo de Juli. Cortó el teléfono y prosiguió a alistarse.
Se lavó los dientes, se arregló el pelo, se puso perfume. Se detuvo unos segundos en un grano ínfimo que le había aparecido arriba del labio. Fue en busca de su set de maquillaje y se aplicó suavemente base líquida por toda la cara. Luego fue el turno de la base en polvo y por pura costumbre se delineó los ojos. Salió del baño a las 16.07 y entró al cuarto de la madre que ya había regresado. Abrió su ropero y tomó un saco que le combinaba.
Buscó la billetera en el bolsillo del sobretodo y descubrió que sólo tenía dos billetes de dos pesos. "¿Agustinita, necesitás monedas?", Graciela sacó la lata del armario y juntó en total siete pesos para que su hija pudiera tomarse todos los transportes desde Avellaneda hasta Palermo. Rejuntó dos mudas de ropa, dos CDs, desodorante, celular y finalmente la billetera, y los colocó en el morral amarillo.
A las 16.24 se estaba dirigiendo a la parada del 24 en la Avenida Belgrano, dispuesta a ir a la casa de su amiga Juliana.

Agosto 09

3 comentarios:

Acicalada dijo...

quiero saber más!!! hay capítulo 2??!!

Maga dijo...

jaja sí, hay 4 en total.
pero todavía no están listos para ser mostrados al mundo, sabrás comprender.

BLOGGER dijo...

soy interesante ? Pasé por todas las emociones, incluyendo: verguenza, miedo (?), ternura, nostalgia, amor e intriga. Que siga el baile, quiero más pau!