sábado, 15 de enero de 2011

Triste letrista

Cómo te nombro ahora, que el tiempo arrasa con las denominaciones, que tampoco encuentro epíteto que te siente bien, que escribo mi camino con faltas de ortografía, que la única técnica narrativa que me sale es el monólogo interior (caótico y con hilo difuso), que prefiero la lítote a la definición, que mis sintagmas rodeados de rodeos resultan estresantes, que me rehuso a que seas mi apóstrofe y sin embargo acá estoy, que no cierran las métricas a pesar de las sinalefas y hiatos, que busco rimas abrazadas pero carezco de rimas, que no puedo evitar los versos con encabalgamiento, que me cansa la anáfora del "que", que al principio del cuento no está incluido el desenlace, que los sonetos me resultan cortos y los romances me superan, que mi pensar es un plenoasmo en redundancia (y lo es esta frase también), que no hay sintaxis posible para el desorden de mi cabeza, que mis razones no son más que polisíndeton sin isotopía, que a la poesía de mi cuerpo le falta el efecto estético, que con los pedazos de mi vida formo los distintos anagramas que vivo cada día, que con los pedazos de mi vida formo hipérbatos para reubicarme cada día, que no logro que la gradación vaya de bien a mejor, que no llego a ser antítesis y en cambio soy oxímoron, que juego a la prosopopeya de que las cosas me hablan, que me cuesta conjugar el número porque no sé cuántos somos, que la reiteración de tu persona en mi cabeza no es un recurso del artificio sino un error de redacción, que el hablar de mí a través de vos me suena a una sinécdoque errónea, que ya no me siento un palíndormo de tus palabras, que nuestro pasado es una gran antanáclasis, que la metáfora ya no te oculta porque la analizo demasiado, que de noche cuando me acuesto aparece la sinestesia de tu ausencia, que sólo espero que algún día tu recuerdo pueda ser una elipsis, que mi vida toda se ha vuelto una gran apócope, que quizás todo esto sea una gran hipérbole pero por algo tengo que escribirla, que entre tantos circunloquios, perífrasis y eufemismos, sigo sin poder nombrarte. Y es que cómo te nombro ahora si no sé quién sos, qué signo uso para un elemento del que no conozco ni significado ni significante. No sé tu nombre porque no te sé a vos.
Opté por nombrarte L. para reducir el espacio en mis hojas, para que pases de ser palabra a ser letra y punto. Opté por llamarte L. porque el pronombre universal él no te sienta, porque él son muchos y son todos y porque Él es uno solo.
Él es L., y L. me lee.

3 comentarios:

LeaN BuKa dijo...

Gonzalez!!

Acicalada dijo...

uf. "Él es L., y L. me lee."
Como dice por ahí: "Todo mensaje llega a destino."

Maga dijo...

jaja buka, sí! con este texto no quedan dudas de que tuve a gonzález en teoría literaria!

y jime: era más juego de palabras que realidad! (o al menos desconozco cuán efectiva es la llegada a destino de mis mensajes)